PRÓLOGO.
INTRODUCCIÓN.
Estimado
lector, es una verdadera realidad histórica relatar los aspectos más
importantes de la vida de don Florentino
Correa Pérez, hombre y personaje muy conocido en la villa de Mineral de
Bustamante, Tamaulipas, México. Su actividad productiva siempre fue entregada a
forjar su modesto destino y al trabajo rudo, pero honorable de acuerdo a las
condiciones que le ofreció su época, aunque perteneció a una familia productiva
integrada por sus padres ampliamente conocidos en el pueblo: Don Leandro Correa
Castillo y la señora Clara Pérez Manzano, quienes con sus hijos y conciudadanos,
hacían el Bustamante, el Tamaulipas y por ende, un México reedificado sobre los
escombros de la revolución fresca o viviente de principios del siglo XX.
Pues
de 1910 a 1917, varios adultos y jóvenes se agregaron al grueso de soldados
voluntarios que se unieron al movimiento de armas iniciado por el profesor
Alberto Carrera Torres, precisamente en
el corazón de Mineral de Bustamante y la región. Es en los primeros
meses de 1913, cuando nace el niño Florentino, quien hasta la fecha ha cumplido
un centenario de existencia y ahora podemos decir, que gracias a Dios y su
responsable tren de vivencias, nos ofrece un ejemplo de vida plena, para
satisfacción de su descendencia y las personas que lo apreciamos.
Por
ello, he considerado pertinente dar a conocer a las nuevas generaciones, el
dato histórico, con el sano propósito de rescatar una parte de su existencia
con diferentes vicisitudes, pero ejemplar. Los hombres y mujeres que cumplen
cien años o se han distinguido por algo relevante, deben quedar en las páginas
de la historia de sus pueblos, habitantes, familiares, amigos y porqué no
decirlo de su patria. Felicidades don Florentino.
El autor.
ORIGEN
FAMILIAR.
El
año de 1883, en pleno porfiriato, se apersonó ante Alejos Trejo, Juez del
Registro Civil de la villa de Mineral de Bustamante de Tamaulipas, el ciudadano
Román Correa y presentó a una niña como su hija legitima a quien le puso por
nombre Lucía, su madre se llamaba Concepción Ruiz. La niña nació el 18 de mayo
de 1883 y por lo tanto su verdadero nombre fue: Lucía Correa Ruiz, nacida en la
“Joya de Palos Blancos”. En el año de 1883, el “Rancho de la Joya de Palos
Blancos”, pertenecía al señor Ygnacio Treviño, unos años más tarde, su esposa
quedó viuda y fue así como enajenó el rancho a Juan J. Castaños. Los datos del
nacimiento de la niña Lucía, quedan plasmados en la siguiente acta que a
continuación dice:
“Acta Número 40. Año de 1883. Niña:
Lucía Correa. En la Villa de Bustamante de Tamaulipas a las tres de la tarde
del día dose (doce) del mes de junio de mil ochocientos ochenta y tres el
ciudadano Román Correa de cincuenta y nueve años, labrador, casado, comerciante
y conforme a la Ley presentó en este Juzgado una niña manifestando que es su
hija de legítimo matrimonio, que nació en la Joya de Palos Blancos a las nueve
de la noche del día diez y ocho del mes de mayo próximo pasado, que le impuso
el nombre de Lucía Correa y que la hubo en su esposa Concepción Ruiz de treinta
años y de la misma. El comparecente oyó
leer esta y se conformó con ella en presencia de los ciudadanos Esteban
Correa, Julián Pérez y Francisco Pérez, mayores de edad firmando con el Juez
los que supieron hacerlo. Alejos Trejo. (Rúbrica).” (1).
Mientras
que dos años antes, en 1881, otro personaje de apellido Correa, se presentó a
las cinco de la tarde ante el Juez Civil Alejos Trejo para hacer constar: “Que
nació en esta a las ocho de la mañana
del día tres de mayo un niño a quien le impuso el nombre de Diódoro y que lo
hubo en su esposa Nicanora Castillo, de veinte y seis años de edad, y la edad
del padre Esteban Correa, era de treinta y dos años. Diódoro, Conrado y Leandro Correa Castillo, fueron
hijos de de Esteban Correa y Nicanora Castillo. Siendo un documento verás el acta de nacimiento que expongo ante usted
estimado lector y que a la letra dice.
“Acta Número 104. Año 1881. Niño Dódoro
Correa. Bustamante de Tamaulipas, en cuatro de agosto de mil ochocientos
ochenta y uno, a las cinco de la tarde el C. Esteban Correa de treinta y dos
años de edad, casado, labrador y vecino de esta, presentó en este Juzgado un
niño, manifestando que es su hijo legítimo, que nació en esta a las ocho de la
mañana del día tres de mayo próximo pasado: que le impuso el nombre de Diódoro
y que lo hubo en su esposa Nicanora Castillo, de veinte y seis años de edad. El
comparecente oyó leer esta y se conformó
con ella en presencia de los C.C. Severina Alemán y Simón Barrón casados y
mayores de edad y de esta Villa, firmando con el infraserito Juez y los que
supieron hacerlo. Alejos Trejo. (Rúbrica).” (2)
Durante
el año de 1895, se levantó un censo de población en la villa de Mineral de
Bustamante, esto está asentado en documentos de la época que dan fe
indiscutible sobre las personas que vivían por la calle Allende, haciendo notar
que don Tiburcio Ruiz, tenía su
domicilio en el “El Pabellón Mexicano”, y en el solar que le sigue hasta la
fecha, parte Oriente, vivía Genaro Barrón con 3 personas y después Febronio
Barrón con 3 personas. En la misma Sección Número 1, habitaba también Esteban
Correa con 9 personas, Conrado Correa con 4 personas y Leandro Correa con 3
personas; esto nos indica que don Leandro Correa Castillo, ya estaba casado con
doña Clara Pérez Manzano, por lo tanto
contaba con sus primeros dos hijos.
PADRES.
En
la villa de Mineral de Bustamante, Tamaulipas y sus alrededores, fue muy
conocido el señor Leandro Correa Castillo, su esposa Clara Pérez Manzano, quienes tenían su domicilio por la calle Nicolás
Bravo, (lado norte), entre las calles Ignacio Zaragoza y Celestino Negrete,
durante los primeros 30 años del siglo XX, (1930). Este matrimonio fue la célula
social, que dio origen a la familia Correa Pérez, integrada por: Julia,
Margarita, Francisca, Ma. Concepción, Severino, Martín y Florentino Correa
Pérez.
De
la familia de don Leandro Correa Castillo, tuve la oportunidad de conocer a don
Severino en edad avanzada y de paso temporal por Bustamante, a la señora
Francisca, la recuerdo como un sueño, pues,
vivía en la casa donde actualmente habita el profesor Abdón Marín
Ruiz; en ese lugar un servidor visitaba a Hilario (lalo) y Crescencio Ríos Reyna, nietos de doña
Francisca Correa Pérez, e hijos de mi tío Darío Ríos Silva a quien veía pasar
todos los días rumbo a su labor de agricultura, montando su caballo colorado y
en seguida, no muy lejos don Joaquín Aguilar Correa en su caballo obscuro,
decía mi hermano Chón , que era un caballo de paso, por esos tiempos, un servidor todavía no conocía de de caballos de carrera, estima, trabajo o
matalote.
Lo
que más me gustaba de la casa de doña Francisca, era precisamente un cuarto de
dos pisos que estaban haciendo, pero cuando me pude meter hasta la
construcción, me di cuenta que le
faltaban palos y madera, no estaba como la que había hecho mi padre J. León
Rodríguez Salas, en la esquina de las calles
Zaragoza y Allende lado poniente, pues cuando la visité por primera vez, pude
darme cuenta que tenía una escalera para llegar al cielo, así me dijo mi
hermano Isaías Rodríguez, para que no me subiera. Con el tiempo, sería mi
dormitorio en épocas de educación secundaria.
Fue
la voluntad de Dios o el destino, quienes me llevaron a conocer a don Martín
Correa Pérez, un hombre bajito de buenos modales, atento, culto, digo culto
porque hablaba el inglés y leía mucho. Cuando yo era estudiante, llevé libros
de Pedagogía a la casa donde vive mi madre María Ninfa Zúñiga Ríos y don Martín
me pidió uno, cuál sería mi sorpresa al verlo que todos los días leía una buena
parte, de tal manera que para la semana lo regresó y me dijo: Ya leí lo más importante
y usted tiene madera para ser maestro, pues ya vi las características que debe
tener un educador, pero necesita estudiar mucho, para ser buen maestro,… y
ahora creo que se equivocó don Martín con migo, porque el mejor maestro es
aquel que se entrega por completo al ramo educativo, como lo hizo el maestro
Rafael Contreras Trejo, educador que dio gran parte de su vida profesional en
beneficio de varias generaciones de su pueblo natal.
Don
Martín Correa Pérez, fue el padre de Valentín, (radicado en Estados Unidos de
Norteamérica), Ma. Eugenia, (madre de
Hugo Nepalí y Aníbal Rodríguez Correa) Manuela, (Madre de Ramona, Bertha,
Hermelinda, José Ángel, Ramiro, Rosa y Felicitas, González Correa) Santana,
(padre de Gil Correa Pineda) Nicanor Correa, (padre de Felicitas, América,
Armando, Eva y Juany Correa) y Jacinta, quien vivió en Garza Valdez, municipio
de Villagrán Tamaulipas.
NACIMIENTO.
El
niño Florentino Correa Pérez, nació el 24 de febrero de 1913, en la villa de
Mineral de Bustamante, Tamaulipas, México y sus padres fueron don Leandro
Correa Castillo y doña Clara Pérez Manzano. Sus abuelos paternos: Esteban
Correa y Nicanora Castillo y los abuelos maternos: Reyes Pérez y Jacoba
Manzano; los testigos de su acta de nacimiento fueron Santana Pérez y Marcos
Contreras, la fecha del registro, 10 de marzo de 1913.El acta de nacimiento
dice textualmente lo siguiente:
“Acta 39. Nacimiento del niño Florentino
Correa de 14 catorce días de nacido.
En la Villa de Bustamante de Tamaulipas
a las nueve de la mañana del lunes 10 diez de marzo de 1913 mil novecientos
trece, en la oficina respectiva ante mí Adelaido Guerra Juez del Estado Civil
de la misma, compareció el C. Leandro Correa quien expresó ser originario y
vecino de esta Villa, de 42 cuarenta y dos años de edad, casado por las dos
maneras, laburador de raza indígena mesclada con blanca, y presentó en este Juzgado un niño del cual doy
fe haber visto, bueno y robusto, que así nació en la casa que habita en esta
vecindad, el lunes 24 veinticuatro de febrero próximo pasado, como a las cinco
de la mañana en séptimo lugar a quien le pone por nombre Florentino Correa,
manifestando que es su hijo legitimo y que lo hubo en su esposa la señora Clara
Pérez de 38 treinta y ocho años de edad,
del mismo origen y domicilio y de la misma raza, que los abuelos paternos de su
expresado hijo, son el señor Esteban Correa de 67 setenta y siete años de edad,
casado labrador y lo mismo de esta vecindad y la señora Nicanora Castillo de 60
sesenta años de edad, casada costurera y los maternos, el señor Reyes Pérez
finado y la señora Jacoba Manzano también ya finada. Leída la presente acta al
comparecente y manifestaron su conformidad la ratificaron y firmaron los que
supieron. Siendo testigos los señores Santa Ana Pérez y Marcos Contreras,
labradores, mayores de edad, el primero soltero y de 35 treinta y cinco años de
edad y el segundo de 30 treinta y casado. Santana Pérez, (Rúbrica). Marcos
Contreras (Rúbrica) y Adelaido Guerra, (Rúbrica)”.
NIÑEZ.
La
villa de Bustamante vivía momentos difíciles durante el año de 1913, los
revolucionarios que habían participado en la primera etapa de la “Revolución
Mexicana”, para derrocar del poder al general Porfirio Díaz Mori; ahora se
estaban preparando para regresar al camino de las armas. Pues recordemos que el
22 de febrero de ese trágico año, el general Victoriano Huerta, ordenó la
muerte del “Apóstol de la Democracia” don Francisco Ygnacio Madero y con gran
prepotencia el traidor Victoriano Huerta, tomó el mando de la presidencia de la
República Mexicana.
Dos
días después, el 24 de febrero (día de la bandera nacional), nació en
Bustamante el niño Florentino Correa Pérez, a quien le esperaban años
comprometedores, pues vivir en época revolucionaria era un verdadero peligro
para todo ciudadano. Unos meses más tarde la villa de Bustamante se vio
envuelta de acontecimientos varios, donde hombres armados que seguían la
ideología del general Alberto Carrera Torres, general revolucionario que
luchaba por todos los medios para aniquilar al despreciable “chacal” Victoriano
Huerta.
Por
esos mismo años, el 12 de febrero de 1916, nació una niña en la misma villa,
sus padres fueron Delfino Pérez Barrón y Hermenegilda Pérez, tal vez fueron
parientes lejano entre sí, este matrimonio le impuso a su niña, el nombre de
Eulalia y con el correr de los años sería la eterna compañera de Florentino
Correa Pérez, la familia Pérez Pérez, también sufría los embates de los
momentos difíciles del movimiento social de principios del siglo XX.
Los
habitantes de Bustamante que no querían perder a su familia, tuvieron que
remontarse hacia las montañas cercanas
para resguardarse o salvar su vida. Pues constantemente llegaban forajidos,
desertores, efectivos;… que saqueaban o incendiaban las tiendas de los
comerciantes y se llevaban lo que encontraban sin quien defendiera a los
indefensos ciudadanos, fue así como sobrevivieron muchos niños, niñas y sus
padres hasta 1920, cuando empezó a calmarse la revolución, para ese año el niño
Florentino, tenía 7 años cumplidos.
EDUCACIÓN.
El
niño Florentino Correa Pérez, para 1920 ya tenía conocimiento claro y total de
los acontecimientos locales, por lo tanto era un niño prospecto para ingresar a
la escuela primaria de varones que dirigía en la villa el profesor Othón
Castillo Badillo. El maestro Othón Castillo Badillo, era un ex revolucionario
que estuvo bajo las órdenes del general Alberto Carrera Torres, Don Alberto,
era originario del rancho de “Atarjeas”, municipio de Bustamante, donde nació
el 23 de abril de 1887, personaje que inició la “Revolución” en Tamaulipas en
1910, retomó las armas en 1913 y fue fusilado el 16 de febrero de 1917, en el
panteón municipal de ciudad Victoria, Tamaulipas, México.
Para
1925, puedo asegurar que aquel adolescente de 12 años de vida, llamado
Florentino Correa Pérez, sabía leer y escribir. Su mentor Othón Castillo
Badillo, reconocido educador, preparado en la ciudad de Tampico, Tamaulipas,
era un maestro entregado a sus alumnos que a través del tiempo destacarían en
otras latitudes, por ello es oportuno mencionar a varios de ellos: “Francisco
Rivas, Hipólito Reyna, Ángel Hernández, Francisco Pérez, Evaristo Silva, Tomás
López, Manuel Castillo, Blas Rodríguez, Valente Rodríguez, Ángel Quintero, Juan
Verber Álvarez, Aquilino Mendoza, Felipe Pérez, Florentino Correa Pérez, Ángel Becerra, Pedro Correa, Odón Trejo
Nava, Luciano Pérez, Severo Silva, J. Jesús Villanueva, Telésforo Villasana y
Rodolfo Castillo. Estos datos se obtuvieron de la relación de alumnos del
profesor Othón Castillo Badillo, fechada el mes de septiembre de 1925.
JUVENTUD.
Del
año de 1926 a 1932, los acontecimientos más importantes del municipio de
Bustamante, se enfocaban en el reconocimiento político, tanto municipal,
estatal y nacional. En la villa de Bustamante y sus comunidades, luchaban unos
y otros (habitantes), buscando establecer el poder, las colonias y el ejido.
Para ello, los viejos hacendados y sus hijos, no querían dejar el poder de
mando desde la presidencia municipal y los hombres maduros, más los jóvenes de
origen humilde que se habían enrolado en la “Revolución”, querían un cambio
total de todo tipo; de poder y de la tenencia de la tierra. Fue entonces cuando
sucedió el enfrentamiento entre los “Álvarez” y “los Barronistas Carreristas”,
un 23 de abril de 1926.
El
joven Florentino Correa Pérez, quien tenía 13 años, fue testigo de tan duro
acontecimiento, según me comentó un 27 de septiembre del año 2009, en la plaza
principal de la propia villa de Bustamante. Me dijo don Florentino…”La muerte
de los Álvarez fue muy triste, no querían perder el poder y se metieron por la fuerza a la presidencia el año de 1926
y los otros encabezados por don Ricardo Barrón Pérez, los sacaron y los mataron
porque el presidente verdadero decían que era Chon Martínez”… Vuelve a decir;
¡Fue muy triste ese acontecimiento!
Don
Florentino, se refería a la muerte del Teniente Coronel José Dolores Álvarez
Ledezma y Martín Álvarez Ledezma, (originarios de la Hacienda El Caracol de
Álvarez, municipio de Bustamante, hijos del señor Julián Álvarez y la señora
Felicitas Ledezma, Severiano Díaz Castro, Rómulo Báez Rangel, (Diputado
Suplente por el Cuarto Distrito Electoral), Ángel Vázquez Hernández y Pedro Mares Valderas, quienes murieron el 23 de abril de 1926, en la
Villa de Bustamante, por cuestiones de poder político. ( ).
La
vida cotidiana de la villa y sus habitantes, corría en aparente tranquilidad,
las cosas del momento iban tomando su cause y el joven Florentino ya empezaba a
buscar su media naranja, pues el ir y venir al campo, a las esporádicas fiestas
de zapato y traje, diferenciando a los de guarache, o ir a traer el agua hasta
el “chorro”; eran espacios propicios para ver a las jóvenes de trenzas largas y
buen porte y además para el año de 1932 ya andaba en los 19 años, bonita edad
para merecer, por lo tanto su corazón latía fuerte al ver a una joven del
barrio de los Pérez Pérez y cierto día sin perder tiempo decidió cortar la flor
de su vida.
MATRIMONIO.
Cuando
el ser humano considera que ya es tiempo de formar una familia, busca entre las
flores de su camada la persona indicada, no importa que se esté jugando un
verdadero albur de amor. En los pueblos como Bustamante, había dos formas de
obtener la pareja ideal.
La
primera y más decente, era y sigue siendo; pedir a la novia si hay un compromiso
entre los enamorados, en caso de ser pedida la afortunada y dada sin ningún
inconveniente por los padres, se hacía y todavía está vigente en estos tiempos;
se hace una gran fiesta en la casa de la novia, bajo una completa conformidad
de ambas familias y después de todo el protocolo es entregada al nuevo esposo.
La tradición es hacer la mejor de las enramadas de 12 horcones cubierta con
cedro regional, flores de sotol chino, tálamo y gran camelotón, me parece que
los tiempos están cambiando y ahora los espacios techados están de moda, pero
la boda más lucida, siempre será la de enramada, pues es muy acogedora.
La
segunda y la más emocionante y común, solicitada por algunas muchachas en forma
de juego al decir: “a que no me robas”, el novio se la cumplía o simplemente no
le avisaba que se la iba a robar, tuviera o no compromiso de noviazgo. En estos
casos, cuando le gustaba al joven una muchacha, se la robaba y después venían
los arreglos y averiguaciones. La boda como quiera se hacía en grande si se
entendían los padres o si la robada era menor de edad, en algunos casos la
quitaban, en otros pedía una boda rápida y los más extremistas, llevaban a los
novios en forma inmediata al registro civil para realizar el contrato
matrimonial lo más pronto posible.
El
joven Florentino Correa Pérez, dicen que optó por la segunda opción, y después
de clavarle el ojo a una guapa bustamantense de nombre Eulalia Pérez Pérez,
hija del señor Delfino Pérez Barrón y la señora Hermenegilda Pérez. Sin
pensarlo dos veces se la robó el año de 1932 y terminó casándose con ella, formando
así una numeroso y bien cimentada familia.
(Agregar acta de matrimonio).
HIJOS.
Don
Florentino Correa Pérez, contrajo matrimonio con la señorita Eulalia Pérez
Pérez y con el transcurrir del tiempo,
formaron una familia numerosa compuesta
por: Simón, Isidro, Candelario, Lucía, Hermenegilda, Francisco, Severino,
Oralia, Ma. Guadalupe, Julia y José Luis Correa Pérez.
Es
importante recordar que doña Eulalia Pérez, fue hija del señor Delfino Pérez
Barrón, apreciado agricultor y veterinario de conocimientos empíricos, pero muy
acertado en sus diagnósticos, doña Eulalia tuvo un hermano de padre y madre
llamado Benito Pérez Pérez y varios medios hermanos, entre ellos: Fructuoso,
Gregoria, Ma. Santos, Julia y Francisca Pérez Rangel.
Se
comenta que cuando el joven Florentino se robó a la joven Eulalia, don Leandro
fue a ver rápidamente a don Delfino, para hacer los arreglos necesarios y cuál
sería la sorpresa del señor Leandro cuando don Delfino le dijo: ¡Cásalos
inmediatamente!... y don Leandro le contestó. ¡Espérate, tú tienes más prisa
que los novios!
TRABAJO COTIDIANO.
El
matrimonio Correa Pérez, pasó toda su
vida en la Villa de Mineral de Bustamante, Tamaulipas y ahí vio crecer a sus
hijos satisfactoriamente, tenían como domicilio las calles Nicolás Bravo y
Allende, esquina, de la propia villa. Sus hijos acudieron a recibir su
educación primaria en la escuela General Alberto Carrera Torres, cuyo director era
el profesor Ricardo Ruiz Verber y por suerte vecino cercano, así lo demuestra
el censo escolar levantado el 27 de octubre de 1949. ( )
La
población escolar del año que cito, constaba de 283 alumnos, 143 niñas y 140
niños. Don Florentino aprece como padre de familia y los hijos que asistían a
la escuela eran: Simón de 14 años, Isidro de 13 años, Candelario de 11 años,
Lucía de 9 años y Hermenegilda de 7 años. Los niños y niñas Correa Pérez,
tenían como compañeros a Celso y Gloria Llamas Alfaro, Celia Ríos Llamas,
Jesús, Feliciano, Magdaleno y Antonio Ríos Nava, Baudelio Trejo Nava, Jacinta y
Santa Ana Correa Ávalos, Dolores, Juana, Avelina y Modesto Herrera Maldonado,
entre otros.
Cuatro
años antes, en 1945 la situación económica se puso muy difícil en Bustamante y
la región, no se dio la cosecha, es cuando empezaron a salir a las piscas de
algodón para la frontera, don Florentino fue a enlistarse con el señor Antoni
Mendoza y salió con toda su familia hacia Valle hermoso, (lugar donde nació su
hijo Francisco) y en otro año salió al Ej. Portes Gil, donde nacieron las
cuatas Ma. Guadalupe y Oralia. Disfrutaron en todo momento los aciertos y descalabros que ofrece la vida
misma, cuando fueron sus hijos e hijas casaderos cumplieron fielmente con los
compromisos en la villa de Bustamante.
Mi
hermano J. Ascensión Rodríguez Zúñiga, en su niñez, juventud y hasta ahora,
tiene buena amistad con José Luis Correa Pérez, hijo de Don Florentino Correa
Pérez. Durante nuestra niñez temprana, salíamos con José Luis y otros de
nuestra edad a los potreros sueltos, ahí, donde ellos decían que echaban lazo o
manganas, emparejaban caballos, burros,…en el carril del común y para completar
la travesura campestre, nos montaban en becerros con o sin pretal, el asunto
estribaba en enseñarnos a jinetear, debo aclarar que eran los juegos campiranos de la época, pues me tocó vivir muy cerca de
donde se hacían las carreras de caballos, montas y coleaderos, sí ahí en la
calle nueva, de nombre oficial Nicolás Bravo, donde vi a muchos jóvenes montar,
entre ellos, Leopoldo Becerra, Maurilio Pérez y al que nunca se me borró de la
memoria, Severino Correa Pérez, cuando dominó a un toro regular y le aguantó
los reparos toda la calle y al final casi lo llevó hasta su casa y se bajó
tranquilamente, entonces el conducto en el micrófono de nombre Pedro Aguilar
Castro, dijo en voz alta, ese es… “pocas gordas”, Severino Correa Pérez, él sí
sabe montar y quedarse en el animal, que venga por su ramo.
La
familia Correa Pérez, siempre se ha distinguido por ser trabajadora, pues
vienen de unas raíces familiares entregadas al trabajo del campo, así fueron
don Leandro Correa Castillo y don Delfino Pérez Barrón.
EDAD ADULTA.
No
hay mejor alegría para unos padres entregados a su familia, en las buenas y en
las malas, sabiendo de su gran responsabilidad que adquirieron al traer a este
mundo a sus hijos con ayuda de Dios y verlos crecer, casarse y disfrutar a sus
nietos, bisnietos, tataranietos… es la bendición que les regaló el creador a
don Florentino y a doña Eulalia, quienes después de haber entregado a todos sus
hijos en matrimonio, disfrutaron por muchos años a su descendencia cabalmente.
La edad se fue acumulando en sus cuerpos, pero su corazón siempre estuvo presto
para ellos en una verdadera armonía familiar. Convirtiéndose en pilares fuertes
y de gran experiencia para los suyos y los que buscaron en ellos el consejo
sano, fortalecedor y ejemplar sin lugar a dudas.
MUERTE DE SU ESPOSA.
FORTALEZA DE DON FLORENTINO.
Don
Florentino Correa Pérez, tenía 93 años cuando vio partir a su esposa Eulalia, a
pesar de la ausencia de su compañera de toda una vida, encontró en sus hijos y
descendientes, la fortaleza para seguir viviendo. Lo vimos transitar con paso
lento pero seguro, por las calles: Ignacio Zaragoza, Morelos e Hidalgo, para
llegar a la plaza principal y sentarse cómodamente en una banca que bauticé con
el nombre de “banca de Don Florentino”, y como anécdota la banca ya no existe y
Don Florentino, todavía respira… también lo vi caminar por la calle Nicolás Bravo
e Hidalgo, para hacerse llegar a la casa de su hijo Francisco Correa Pérez.
El
señor Florentino Correa Pérez, siempre fue un buen ciudadano, soldado rural de
los bailes de su pueblo, albañil de su tiempo, responsable de sus hijos, hizo
algunos trabajos sencillos en la parroquia de la villa, construyó la casa de
don Pedro Quintero, de don Nazario Hernández en la Joya de Herrera, uno de los
cuartos de don José Trejo, el cuarto de la esquina Oriente de don David Castillo, entre las Calles Allende y Morelos
esquina. Como buen albañil, hizo la casa donde nacieron varios de sus hijos,
remozó los pretiles de la casa de María Ninfa Zúñiga Ríos, donde le ayudé un
poco a subir la mezcla, levantó una parte de la barda Norte de la plaza principal de su pueblo.
Como
agricultor, cultivó muchas tierras, entre ellas: Los Indios, ahora tierra de los
señores Reyna Vázquez del Ej. El Gavilán, la esquina de los indios frente a la
tierra que fue de don Epafrodito Tejada Silguero; en forma colectiva, las
tierras de su padre don Leandro Correa Castillo. En ganadería, buscó la suerte
para crear ganado vacuno, pero por ese lado, contó con muy poco ganado vacuno,
nunca como su padre don Leandro. Otro de los oficios, fue la carpintería, pues
hacía puertas de madera regional como: pino, encino, mezquite… también
confeccionaba yugos para las yuntas.
Don
Florentino: enseñó a sus hijos a trabajar sanamente en la agricultura, en los
asuntos cotidianos y cuando fue necesario los llevó y enseñó a tallar las
fibras de lechuguilla y espadín, para obtener el sustento diario y recursos
económicos, siendo los puntos de talla: “El Tejado” y “La Joya de Palos Blancos”,
haciendo quedadas y para ir y regresar,
el “Cerro Borrado” o “La Mina”.
Fue
hombre de acaballo, le gustó la coleadera, montaba un cuaco colorado frente
blanca. No le gustó ocupar puestos públicos, por ser una persona dedicada a su
trabajo.
FESTEJO
DEL CENTENARIO
En
una breve entrevista con sus hijos: José Luis y Francisco Correa Pérez y sus
sobrinos: Joaquín Aguilar Correa y Nicanor Correa Navejar dijeron lo siguiente:
*José
Luis Correa Pérez (hijo): ¿Cuál es el mejor recuerdo que tiene de su padre?
R=
Fue un padre que nos enseñó de perdido a trabajar, lo que sabemos y somos ha
sido por él, y sobre todo nos enseñó a trabajar la tierra.
**
Francisco Correa (hijo): ¿Qué le enseñó su padre?
R=
Mi padre me enseñó un poco de carpintería, hacer una cabrilla para no andar
comprando, hacer una reata y la albañilería para hacer mi casa a mi modo y con
eso estoy bien agradecido porque salí adelante.
El
diálogo con José Luis, Francisco (hijos), Nicanor y don Joaquín Aguilar Correa (sobrinos), fue el 16 de febrero del 2013, en la casa del Sr.
Silvestre Alvarado Sánchez, yerno de Don Florentino Correa Pérez, en Cd.
Victoria, Tamaulipas, México.
Pues
en este domicilio ubicado en la parte sur de la capital tamaulipeca, se realizó
la fiesta conmemorativa de los 100 años de vida de DON FLORENTINO CORREA PÉREZ,
donde fue acompañado por una gran cantidad de personas, evento organizado por
sus familiares cercanos: hijos, hijas, yernos, nietos, bisnietos y tataranietos.
Cuando
llegó de la misa (por la tarde), los invitados nos introducimos al domicilio de
don Silvestre Alvarado Sánchez, para acompañarlo, todo fue alegría, el trio
“Los huastecos de Pancho Ramírez”, del municipio de Casas, Tamaulipas,
integrado por: Francisco Ramírez Jiménez, Tomás Gómez Balderrama y Gelasio
Avalos Rodríguez; empezaron a tocar magistralmente las mañanitas, después un
ramillete de canciones de la época del
festejado, mientras los asistentes disfrutábamos del platillo compuesto de
arroz, fideo, picadillo y asado.
De
Bustamante llegaron: Francisco Correa, Margarita (nieta), Joaquín (sobrino) y
Nicanor Correa; de Reynosa: José Correa, Rafael Correa (nieto), Esperanza
Correa, Ana Velia Correa Rico y su hija; de Río Bravo: Julia Correa Pérez y su
esposo Lucio Verber Llamas; de Matamoros: José e Inés Reyna Correa, hijos de
Doña Francisca Correa Pérez y Ascensión Reyna, con toda su familia; de Estados
Unidos, llegó Teresa Reyna Correa, hermana de Zenaido Reyna Correa.
Don
Florentino, también recibió la visita del Ing. Alfredo Treviño Salinas,
Secretario General de la C.N.O.P. Estatal de Tamaulipas y su grupo de trabajo,
jefe del Lic. Carlos Gámez Alvarado, bisnieto de Don Florentino. Carlos es hijo
de Ricardo Gámez Salinas y Oralia Alvarado Correa, hija del señor Silvestre
Alvarado Sánchez y Lucia Correa Pérez, anfitriones de la fiesta centenaria.
Más
tarde llegó el mariachi, entró en acción a las 4:50 horas P.M., entonaron y
cantaron las mañanitas diciendo: “El señor cura te dijo: Florentino te has de
llamar”, después las mañanitas tradicionales, los aplausos fueron seguidos, la
felicidad estaba ahí, fotos, video, abrazos, recuerdos, toda una vida juntos en
ese momento. Enseguida se repartió el pastel y entre aquella algarabía de
familiares y amistades… DON FLORENTINO CORREA PÉREZ, cumplió su gran
CENTENARIO. Organizado y financiado por su familia numerosa, pues entre chiste
escuché que dijeron: De Don Florentino y Doña Eulalia… salieron muchos Correas,
pues hay por diferentes lugares y hasta en el extranjero.
HIJOS, ESPOSAS Y NIETOS.
1.- Simón Correa Pérez, esposa: Narcisa
Vargas Herrera: Hijos: Crisanto, Rafaela, Bernardino, Mario,
David, Feliciano, Manuel, Guillermina, Simón y Susano; Correa Vargas.
2.-
Isidro Correa Pérez. No se casó.
3.- Candelario Correa Pérez, esposa:
Juana Herrera Maldonado: Hijos: Macaria, Martín,
Guillermina, Benito, Guadalupe, María, Elsa, José y Candelario; Correa Herrera.
4.- Lucía Correa Pérez, esposo:
Silvestre Alvarado Sánchez, hijos: Héctor, Oralia, Sarah,
María del Rosario, Griselda, Silvestre, Araceli, Milagros Guadalupe y Nancy
Patricia.
5.- Hermenegilda Correa Pérez, esposo:
Feliciano Ríos Nava, hijos: Rosabelia, Miguel, Juan, María, Flora,
Feliciano, Dora, Francisco, Mario y Pedro.
6.- Francisco Correa Pérez, esposa:
Macrina Ávila Nava: Hijos: Margarita Correa Ávila.
7.- Severino Correa Pérez, esposa: Ma.
Juventina Rico López: Hijos: Esperanza, Conrado, Ana Velia, Ma. Teresa, Angélica,
Severico, Juan Gabriel y José Cruz; Correa Rico.
8.- Ma. Guadalupe Correa Pérez, esposo:
Santiago Nava Herrera. Hijos. Adán, Noé, Eva, Noemí, Abel,
Daniel, Job y María Magdalena, Nava Correa.
9.- Julia Correa Pérez, esposo: Lucio
Verber Llamas. Hijos: Irma, Marielena, Raúl, Juan Lucio, Fortunata,
Leobardo, Adela, Ervey, Antonia y Ana Lucía; Verber Correa.
10.- José Luis Correa Pérez, esposa: Blanca
Esthela Fortuna Hernández: Hijos: Francisco,
Rafael, José Luis, Román, Miguel, Salvador, María de Lourdes y Ma. De la
Luz; Correa Fortuna.
11.-
Oralia, murió siendo una niña y era cuata de Ma. Guadalupe.
COMENTARIOS.
Daniel Rodríguez Correa, bisnieto de don
Florentino Correa Pérez, comentó. “La vida de Don Florentino, mi bisabuelo,
estuvo llena de trabajo, sus nietos y bisnietos; estamos muy orgullosos de él,
y lo tenemos como un ejemplo para nosotros y también le damos gracias a los
días que convivió con nosotros y todos esos consejos que nos daba y siempre lo
llevaremos muy presente en nuestra
vida”. Abril 30 del 2013.
Ana Velia Correa Rico, comentó.
Lo que le
puedo mencionar de mi abuelo Florentino, es que me encantaba platicar con él
cuando iba a visitarlo, porque siempre tenía historias del pueblo, una en
especial del cerro de “San Miguel” que nunca pude ver la imagen de San Miguel
por más que me decía. ¿Sí lo miras?... Otra, me platicaba de los tiempos de la
revolución, donde se escondían entre el cerro por ejemplo. Mayo 14 del 2013.
Pedro Nava Herrera, opinó de don Florentino
Correa Pérez Lo siguiente:
A don
Florentino lo conocí desde mi infancia, lo traté porque en mi niñez, me
dedicaba a vender carne de chivo, marrano, res y chorizo, pues mi padre era
carnicero. Cuando llegaba a su casa, siempre me atendía de buena manera, muy
atento, para mi don Florentino siempre fue un hombre bueno, de palabra, de
trato, una persona dedicada a su trabajo
y a su familia; siempre daba buenos consejos. Fui compañero de escuela y
amigo de su hijo Severino Correa Pérez, nuestro maestro se llamaba Bardomiano Maldonado.
14 de mayo del 2013.
CONCLUSIÓN.
Los
orígenes del apellido Correa, se remontan a la península Ibérica, (España) y
llegó a México en tiempos de la conquista. En Zacatecas encontramos este
apellido sobresaliente, con un sacerdote que luchó en contra de los que soñaban
con aniquilar a los “cristeros”. Pero en Mineral de Bustamante, Tamaulipas,
México, para 1881 podemos decir que existían dos hermanos de nombre: Esteban y
Román Correa. Román vivía en el rancho llamado “Joya de palos Blancos”,
propiedad del señor Ygnacio Treviño y administrado por Gregorio Navarro, desde
ese lugar viajó a Bustamante el día 12 de julio de 1883, para registrar a su
niña de nombre Lucía, nacida en el citado rancho, el 18 de mayo del mencionado
y expuso que su esposa se llamaba Concepción Ruiz.
Su
hermano Esteban Correa, vivía en la villa de Mineral de Bustamante, quien
también acudió el día 4 de agosto de 1881 ante el señor Alejos Trejo, Juez del
Registro Civil para registrar a su hijo Diódoro Correa, nacido el 3 de mayo del
año en curso y habido con su esposa legítima de nombre Nicanora Castillo.
Esteban
Correa y Nicanora Castillo, fueron los padres de Dódoro, Conrado, Leandro
Correa Castillo y otros hermanos que todavía están en investigación. Don
Leandro Correa Castillo, estaba casado con la señora Clara Pérez Manzano, de
tal manera que este matrimonio formó una familia respetable integrada por:
Julia, Margarita, francisca, Ma. Concepción, Severino, Martín y Florentino
Correa Pérez.
Florentino
Correa Pérez, nació el 24 de febrero de 1913, en la villa de Mineral de
Bustamante, en el mismo lugar paso su niñez y juventud. Fue el año de 1932,
cuando contrajo matrimonio con la señorita Eulalia Pérez Pérez, la joven
Eulalia había nacido un 12 de febrero de 1916 en la misma villa y sus padres
eran don Delfino Pérez Barrón y Hermenegilda Pérez. Al formarse el nuevo
matrimonio, procrearon once hijos, cuyos nombres son: Simón, Isidro,
Candelario, Lucía, Hermenegilda, Francisco, Severino, Ma. Guadalupe, Oralia, julia
y José Luis Correa Pérez.
Don
Florentino y doña Eulalia, vieron crecer a sus descendientes, salvo a Oralia
que murió siendo una niña. De igual manera tuvieron la dicha de casar a todos
sus hijos, con excepción de Isidro quien murió soltero.
Doña
Eulalia, dejó este mundo el 2 de julio del 2006 a la edad de 90 años y fue
sepultada en el panteón municipal de mineral de Bustamante, Tamaulipas. Don
Florentino sigue tranquilamente su vida diaria, gracias al apoyo de sus hijos
que le sobreviven, nietos y bisnietos. El 16 de febrero del 2013, le festejaron
sus 100 años de vida con una fiesta bien organizada y merecida, porque como
dice el dicho: ¡CIEN AÑOS NO LOS CUMPLE CUALQUIERA! En la fiesta hubo una gran
algarabía, marcada con el sello de la felicidad, alegría y armonía total.
La
familia Correa Pérez, siempre se ha distinguido por su trabajo, sana amistad,
confianza y sobre todo, por el don de ser personas de bien. El matrimonio de
don Florentino y doña Eulalia, se puede tomar como ejemplo de ser una pareja
hasta los últimos momentos, excepcional, única y bendecida por Dios.
ANEXOS.
BIOGRAFÍAS DE SUS HIJOS.
Simón Correa Pérez
Isidro
Candelario
Lucía
Hermenegilda
Francisco
Severino
Ma. Guadalupe
Oralia
Julia
José Luis
BIBLIOGRAFÍA.